
De un día para otro llamaron por teléfono al Bellotero y le propusieron un traslado a Baleares. No tardamos mucho en decidir que nos mudaríamos aún sin saber a qué isla en ese momento. Desde entonces, comenzaron dos semanas de puro estrés para dejar en Málaga cosas, llevarnos otras y tirar otras tantas. Nos llevaríamos el coche; el plan era partir desde Málaga con el coche cargado de nuestras pertenencias hasta Valencia y ahí coger el Ferry que nos traería a Palma de Mallorca. Lo difícil fue el proceso... Contratamos un trastero para meter todo lo que no nos traíamos; en varios viajes llevamos lo restante a casa de la madre espeta; ahí reseleccionamos todo lo que nos llevaríamos en el coche, rehaciendo cajas y dejando algunas cosas preciadas que no había manera de meter en el coche. Los dos últimos días de estancia en Málaga empezamos a jugar al tetris nivel profesional, cuadrando cada caja, maleta y bolsa que teníamos para llevarnos. Después de darle muchas vueltas a todo para que cupiera y tener que deshacernos de alguna que otra cosilla más, nos despedimos y nos pusimos en marcha. Málaga - Valencia en coche está como a unas 6 horas en coche. Pero si le sumas lo cargado que iba éste (hay que ir más lento por seguridad y por el consumo) y alguna paradita por el camino, tardamos 8 horas en llegar. Llegados al puerto, hicimos el check-in separados, porque solo puede embarcar con el vehículo la persona que lo va a conducir, por lo que yo entré por donde el resto de pasajeros. Nos esperábamos la peor noche: 7 horas de viaje en ferry con un instituto que iba de viaje de fin de curso. "Suerte" que no íbamos en los camarotes, si no en butacas, porque así estuvimos lejos del jaleo.
La noche pasó lenta e incómoda. Qué se podría esperar de no dormir en una cama. Al llegar a puerto, fuimos de los últimos en desembarcar porque el coche estaba en la planta más baja de todo el barco y teníamos que esperar a que los "marineros" nos indicaran que podíamos salir.
Ahora, una vez en Mallorca venía el "más difícil todavía": encontrar casa.
Por todos es sabido que en Baleares (sobre todo Ibiza y Mallorca) hay mucho trabajo, pero no hay tanta oferta de viviendas. Añadiendo el nivel de vida que hay en Mallorca, se traduce en pocas viviendas y muy caras.
Lo primero que hicimos fue ir a Felanixt, un pueblo muy mono al este de la isla. Unos conocidos encontraron (lo que pareció) un piso en alquiler y para la prisa que teníamos y lo difícil que parecía a priori encontrar casa, accedimos a verlo nada más llegar. Pero hubo problemas, porque la mujer de la inmobiliaria no tenía la llave del piso (aún sabiendo desde hacía días que íbamos a llegar esa misma mañana expresamente para ver el piso) y nos dio la impresión de que nos estaba dando largas. Lo cierto, es que no nos sentó demasiado bien y teniendo en cuenta que no teníamos ni hotel reservado para esa noche y que teníamos el coche cargado, el nivel de estrés iba en aumento. Así que miramos pisos por internet y empezamos a hacer llamadas a pisos en Palma.
Un rayo de esperanza apareció cuando concertamos una cita para ver un piso cerca del puerto. Cargados de cosas, fuimos de vuelta a Palma e hicimos tiempo tomándonos un refresco al lado del bloque donde estaba el piso que visitaríamos. El calor era insoportable. Salimos de Málaga justo el día que empezó la ola de calor y no se podía estar en la calle.
Cuando por fin llegó la chica de la inmobiliaria y subimos a ver el piso, dijimos que nos lo quedábamos al momento. Es una cucada de piso, de una habitación pero muy amplio y muy luminoso (y lo mejor es que tiene aire acondicionado).
Así que, ya con piso, solo quedaba descargar el coche y subir todos los macutos a casa.
Acabamos muertos, después de un día y medio de no parar, colocamos lo mínimo, a la ducha y a dormir.